50 cuestiones
50 cuestiones
¿Ser feliz es sentirse a gusto con su cuerpo?

" El hombre se fija en las apariencias,
pero Dios mira el corazón"
.
(Libro de Tobías)

Quien "está orgulloso del cuerpo que tiene" siempre provoca admiración y una cierta envidia. En efecto, a veces podemos estar muy a disgusto con nuestro cuerpo: lo tratamos mal, intentamos olvidar o ignorar lo que no nos gusta de él o bien escondemos lo que podría manifestar demasiado una feminidad/masculinidad que nos cuesta aceptar. Otras veces, en cambio, buscamos todo lo que hace que a los ojos de los demás seamos más guapos y nos acepten mejor. También consideramos que la clave de nuestra realización personal radica en imitar los modelos que la publicidad, las revistas o la moda nos presentan como ideales. Nos sentimos seducidos por estos modelos -de hecho, para eso los concibieron- y tratamos de asemejarnos a esos ídolos de forma más o menos consciente. El camino hasta conseguirlo a veces es difícil y al final no se encuentra la felicidad.

¿Por qué? Mi cuerpo tiene un razón de ser. A través de la mirada, de las actitudes, de las palabras, de la ropa y de los colores; expreso lo que soy. Y eso lo sé incluso si mi cuerpo no lo muestra todo, si protege lo más intimo de mi mismo. El cuerpo es el primer contacto con los demás, cuyo opinión o rechazo temo.

No será, en el fondo, que tengo miedo de los demás porque no estoy seguro de mi mismo o por que no me conozco, o bien, por qué no me gusto tal como soy. Por eso, ¿no sería mejor camuflar mi personalidad?

Pero ¿sabes? Tienes un belleza, que tal vez está esconda, pero es verdadera. Vale la pena sacarla a la superficie y desarrollarla para llegar a ser tú mismo.

La felicidad también es estar a gusto con uno mismo y saber afrontar la propia realidad y a los otros. Conseguirlo pasa por una reconciliación profunda conmigo mismo y por la aceptación de mi cuerpo tal como es, único, igual que mi corazón. Entonces el cuerpo reconciliado podrá decir algo de mi mismo, de mi personalidad, en libertad y con estilo propio.

¿No os habéis maravillado nunca ante el rostro de un enfermo o ante el comportamiento de un discapacitado, reflejo apacible de la verdadera belleza?

¡Qué magnífica perspectiva les conseguir ser uno mismo! Y Dios puede ayudarte a conseguirlo, si tu se lo permites.

"No sabéis
ue sois el templo de Dios
y que el espíritu de Dios reside en vosotros"

(San Pablo)

Testimonio

Hubo un época en que no me gustaba mi cuerpo a causa de la cicatriz que me dejó una quemadura que me hice de pequeña en el hombro. A medida que crecía, me sentía cada vez más incomoda ante la mirada de los demás cuando iba en bañador o con ropa de verano. Durante la adolescencia mi cuerpo se transformó sin que pueda hacer nada. Por aquel entonces, mi cuerpo aún me era más extraño.

Años después ve fui a vivir a París y me convertí en una fiel lectora de revistas femeninas en las que no hay página en que no se vea o lea lo que es la mujer ideal. Además, estaban las omnipresentes vallas publicitarias que muestran cuerpos femeninos. Llegué a un punto en que no me podía soportar y para colmo tenía un miedo enorme a engordar ni que fuera un gramo. Si tenemos en cuenta que todo el mundo me decía lo guapa y delgada que estaba.. ¡mi vida se había convertido en una pesadilla! Fue en este contexto cuando me convertí. Una de las primeras cosas que descubrí fue que la verdadera belleza es interior. Me fui dando cuenta de que el rechazo que sentía por mi cuerpo velaba mi deseo de amar y ser amada. Tan pronto como supe que Dios deseaba colmar esta espera, fui capaz de aceptarme mejor.

Aún me preocupa mi físico por que sé que los chicos se fijan mucho en estas cosas, pero quiero casarme y pido a Dios que me ayude para que coloque el físico su sitio y para que mi belleza interna crezca lo suficiente para irradiarla hacia el exterior.

Laura


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