50 cuestiones
50 cuestiones
¿Qué supone ver una película erótica o una revista porno?

  • ensucia la mirada
  • nos hace incapaces de tener una relación normal con los hombres o las mujeres
  • destruye el amor

Efectivamente, día tras día, poco a poco, terminaremos por considerar a la mujer o al hombre como un objeto de consumo para nuestro placer. Nuestra mirada se volverá parcial. En lugar de descubrir a nuestro/a novio/a, o a nuestro marido/mujer en todas las dimensiones de su personalidad: su cuerpo, su espíritu, su corazón, su inteligencia, su sensibilidad... , nos limitaremos a buscar el placer del cuerpo.

En nuestras relaciones con los amigos o en el mundo laboral, nuestra actitud se focalizará en el sexo y nuestra mente se llenará de imágenes eróticas. Las relaciones con el prójimo se volverán ambiguas.

En la pareja, la pornografía destruye el amor. En efecto, el verdadero amor consiste en entregarse al otro, en escucharle, en mostrarle delicadeza, ternura y prestarle atención. El erotismo genera una tristeza y un asco que puede cegar nuestro corazón..

Sin embargo, el Creador ha puesto en el fondo de nuestro ser el anhelo de aspirar a la pureza. Este anhelo permanece siempre en nosotros, a pesar de todo lo que hayamos hecho por destruirlo. Siempre se puede recuperar esta pureza, sea cual sea la situación en la que nos encontremos.

En primer lugar, a través del perdón de Dios. A continuación, en la vida cotidiana, protegiendo nuestro corazón. Se trata de una actitud interior que consiste en apartarse simplemente, pero con firmeza, de todo lo que pueda manchar nuestro corazón (desviar la mirada, controlar nuestra imaginación, no mirar una revista o un cartel, etc.).

Podemos estar seguros de que, poco a poco, nuestra buena voluntad se impondrá y encontraremos la paz y la alegría del corazón.

Testimonio

Clara y yo pasamos vivido los dos primeros años de matrimonio como una pareja "moderna": salidas, amigos, videos, cine... Queríamos verlo todo, saberlo todo. Y así fue como fuimos a ver películas eróticas.

Nos reíamos mucho al volver del cine, ocultando así un cierto malestar, una cierta repugnancia. No queríamos sentirnos culpables. En realidad, en nuestros encuentros sexuales yo ya no veía totalmente a Clara y viceversa. Ciertas imágenes nos venían a la mente, insidiosamente, y nos iban alejando al uno del otro.

Una grave desgracia familiar nos ha llevado a plantearnos una serie de cuestiones sobre nosotros mismos y sobre nuestra vida. Nos dimos cuenta de que estas imágenes, conservadas en nuestra memoria, estaban asfixiando nuestro amor. Decidimos no volver a verlas, y en general, no "tragar" todo lo que se nos presentara, ¡aunque estuviera de moda! Esto nos ha permitido llevar una vida más conforme a lo que deseamos realmente.

Esteban


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