¿ El infierno existe ?
 

 

¿Hay que tener cuidado con el infierno?

Antaño, incluso los que no pensaban en Dios todos los días tenían, por lo menos, una cierta idea del infierno. ¿Qué pensar hoy del infierno? Todos tenemos la idea de que nuestros actos, ya sean de amor o de odio, tendrán consecuencias y que en algún sitio "hay una recompensa". Esta intuición de una recompensa después de la muerte, de una compensación para los infelices y los pobres, de un castigo para los ricos egoístas y los autores de crueldades, no es solamente una reminiscencia cristiana, es una exigencia profunda del ser.

¿Qué dice Jesús?

Jesús previene muchas veces contra la "gehenna", "el fuego que no se apaga", reservado a los que rechazan hasta el final de su vida el creer y el convertirse al amor. En ese fuego, el alma y no solamente el cuerpo, se pierden. En el momento del Juicio final, Jesús dice que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidades (...) y les arrojarán en el horno de fuego". (Mateo, cap.13, v. 41). " ¡Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno!" (Mateo, cap25, v. 41).

Entonces, ¿qué es el infierno?

"La perdición, dice el papa Juan Pablo II, no tiene que atribuírse a la iniciativa de Dios pues, en su amor misericordioso, sólo puede querer la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor." (Audiencia del 28 de julio de 1999).

Morir sin reconocer su pecado y sin acoger el amor misericordioso de Dios significa permanecer separado de El para siempre, a causa de nuestra decisión libre. Y es este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados lo que llamamos infierno. (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n° 222, IV)

El perdón y la salvación

El infierno eterno del que habla la Iglesia siguiendo a Jesús es, pues, una realidad muy grave. Nadie puede decir , sin correr el riesgo de contradecir al mismo Jesús, que no existe. Pero hay que entender al mismo tiempo que Dios ha venido "para salvarnos", perdonándonos los pecados y haciendo de cada uno de nosotros, por ese perdón, una creación nueva: "Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan." Jesús es el buen pastor, que va a buscar a la oveja perdida y la lleva sobre sus hombros. Muriendo en la Cruz, Jesús dijo al buen ladrón: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el Paraíso." (Lucas, cap 23, v. 42)

 

 


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