¿QUE RELACIONES PODEMOS TENER CON LOS QUE SE HAN IDO?
 

 

En verdad, no tengo que acordarme de ellos porque no les he dejado en ningún momento de mi vida. Esos muertos, se encuentran por todos lados, allí donde yo respiro.

François Mauriac

Los que nos han dejado, que estén ya en el Cielo con Dios, o que estén en etapa de purificación en el purgatorio, están orientados de manera definitiva al amor. No quieren otra cosa sino nuestro bien. Es lo que los católicos llaman: "la comunión de los santos". También formamos parte de esta comunión, como bautizados, como creyentes, como hombres y mujeres de buena voluntad. Podemos así "hablar" a los que se han ido, confiarles nuestras penas y preocupaciones, pedirles que recen por nosotros. Una mujer podrá confiar a su esposo muerto, que ella sabe cerca de Dios gracias a la fe, sus preocupaciones y esperanzas sobre sus hijos. ¿Cómo pueden respondernos las almas desde el más allá? No es una cuestión de "mensajes" ni de "palabras" directas, salvo excepciones particulares que Dios permite para nuestra salvación y esperanza. Porque hay entre ellos y nosotros un gran misterio, el de un mundo, de otra vida a la que no podemos acceder sin morir aquí abajo. Pero Dios quiere ejercer su bondad con nosotros asociándonos por la oración, amante y unida a El, de aquellos que se han ido.

Testimonio

Mi querida hermana mayor

Te fuiste un domingo cuando te preparabas par ir a la misa. Justo antes del desayuno en familia, entre las risas y la alegría. Sucumbiste de una ruptura de aneurisma.Tú, que no tuviste nunca miedo de la muerte, te fuiste sin darte cuenta. Si me hubieran dicho: "tu hermana se va a ir a vivir a Africa", te hubiera seguido, porque éramos inseparables. Por algo nos llamaban las gemelas.a pesar de los tres años que nos separaban. Pero, nunca, desde nuestra separación he dudado de tu presencia.

Un tío sacerdote ma decía algún tiempo después de tu partida: "Dios ama tanto a tu hermana que no puede separarla de los que ama. Desde el paraíso hace vivir a Cristelle enmedio de nosotros."

Evidentemente, tu ausencia física me hace sufrir todavía. Los recuerdos de tu vida me vienen a la memoria… Como cuando siendo pequeñita te pusiste enferma y te hospitalizaron en la U.V.I. No podían calmar tus dolores. Cuando papá venía a verte, tus ojos estaban llenos de lágrimas: "No, no lloro. Me han echado gotas en los ojos", afirmabas. ¡Y pensar que yo me quejo por todo! Cuando estoy triste pienso en tu gozo y te pido perdón por mi egoísmo.

A lo largo de los días, cuando sucede algo, pienso como antes: "Se lo tengo que contar a Cristelle"… y después sonríoporque sé que tú lo ves todo y vives todo conmigo;

Habías vivido ya mucho sobre la tierra. Tu peregrinación aquí abajo se había terminado. Tenías cosas m´s importantes que hacer…cerca de Dios: rezar por nosotros y por nuestras almas.

Es verdad que desde que te has ido te has ocupado de mí. Lo he podido constatar por una multitud de pequeños signos muy concretos. Me has ayudado a salir de mi timidez. Me has ayudado también con tu oración a liberarme de la televisión a la que estaba "encadenada". Hoy, en mi habitación, en vez de la televisión hay un rincón de oración.

La ceremonia de entierro fue hecha a tu imagen. Era como tu último testimonio. Se encontraba tu manera de vivir, de amar, de esperar. Mucha gente, no cristianos, han dado testimonio de haber tenido la sensación de la presencia de Dios. ¡Sí, hasta la muerte has sido testigo del Amor de Cristo!

Carolina

Superdotado en amor:

Carta de una mamá que acaba de perder a su hijo con síndrome de Down, leída en la ceremonia del entierro

"Quisiera decirte gracias por todo lo que nos has dado durante estos dieciocho meses. Has luchado como un loco para vivir contra vientos y mareas, contra el cuerpo médico para que acepten tu diferencia.

Bebé con trisomía con una gran malformación cardiaca, tu inteligencia estaba herida. Seguro que no hubieras podido hacer una ingeniería, pero en amor eras un superdotado. Lo has hecho todo muy deprisa. Con prisas para nacer, llegaste con un mes de antelación; doce días m´s tarde fuiste bautizado y cinco meses más tarde recibías el sacramento de la confirmación para que el Espíritu Santo te fortificara durante tu primera operación de corazón. Y después a los 18 meses, cumplida tu misión, vuelves al Padre del cielo.

Gracias por tu amor: nosotros creíamos amarte, pero eras tú el que nos amabas.

Gracias por tu sonrisa permanente: a través de ella, comunicábamos tan bien contigo.

Gracias por tu alegría. Alexis, tu hermano mayor, decía: "Me parece que desde que Emmanuel ha llegado a la familia hay más alegría." O: "Ver a Emmanuel siempre contento me hace estar contento."

Gracias por haberme hecho redescubrir la alabanza. Balbuceabas mucho, pero en cuando apoyabas en tu caja de música empezabas a cantar balanceándote ligeramente y levantando los brazos, lo que hacía decir a tu otro hermano mayor, Francisco: " ¡Mira, mamá, qué bien sabe alabar a Dios!"

Gracias por haberme hecho descubrir la oración contínua. Es verdad que te despertabas a menudopor la noche: 4, 5, 6 veces. Al principio, yo refunfuñaba y después, poco a poco, conseguí dar gracias bendiciendo a Dios por haberme dado una vez más la oportunidad de rezarle mientras tú llorabas. Cuantas veces, desde lo alto de nuestro 16° piso que dominaba París y sus alrededores, hemos rezado lo dos por todos aquellos que vivían allí y por todos los que sufrían, en su cuerpo o en su corazón, en esa noche.

Gracias, en fin, por tu abandono confiado. A menudo, al mirarte jugar, pensaba en madre Teresa de Calcuta a la que tuve la suerte de acompañar durante algunos días hace una decena de años. No se preocupaba nunca del programa. Le decían: "Madre, es la hora de hacer esto, de ir a ver a tal persona,…", "Muy bien, vamos" decía ella, rezando el rosario, que siempre llevaba entre sus manos. Pues bien, tú, Emmanuel, has hecho lo mismo. En tu debilidad, dependías mucho de nosotros. Al principio, te llevábamos en nuestra espalda y te quedabas allí porque no sabías moverte. Te sentábamos y te quedabas sentado. Tú también tenías en tu mano constantemente un rosario azul pequeñito y le chupabas como si fuera tu manera de rezarle. ¡De todos los objetos que te rodeaban era el que tú preferías!

Emmanuel, a ti que ves a Jesús cara a cara, quisiera confiarte todos aquellos que están aquí presentes y todos los que no han podido venir. Pide a Dios que responda a la oración que cada uno lleva en su corazón esta mañana, creyente o no"


volver a la página principal


Copyright © AVM 1997-2003. Todo derecho reservado. - ¡nos escríba nos!